-No compadre. Dispués que fui garrando habilidá, quité la destiladera y ahora tengo agua de la grija, que es más cómoda ¿no cree vusté?-
-¡Hombre...! eso adipende asigún y cómo se mire. Yo prefiero el agüita de la destiladera.-
-Por cierto, cho Gervasio, me dijeron que a su jijo Pepe le pasó algo ayer en la playa.
-¡Sí...! Fuimos a la playa tuita la familia, pos jacía mucho bichorno. Los muchachos se metieron de inmediato drento el agua. Allí brincaban como baifos. Pero Pepillo de atrevido, se metió más adrento y como no sabía nada mucho pegó a zarzaliar desesperado. Y si no es por unos hombres almorranas (asigún me dijeron), se ajoga el chico.
-Si viera seña Juana lo que me pasó el otro día, fue pa espernegarse de la risa. Fui a ordeñar a la Pajarita. Yo no sé qué demonio le pasaba al probe animal, pos estaba desinquieta.
-Pegué a ordeñarla y me tumbó el balde con la pata izquierda. Se la até y golví a ordeñar. Me golvió a tumbar el balde con la pata derecha. Se la até y golvió a tumbarlo con el rabo. Cogí el rabo, me asubí en el banquillo, me quité el cinto, pa atárselo de la viga. Se me cayeron los calzones. En ese momento, entró mi vecino Vicente, que mirándome asombrado me dijo:
-¿Qué está jaciendo compadre...?-
-¡Oh...! Pos montándome a la vaca. Porque si le digo la verdá, no me va a creer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario