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MI ADIOS A PINITO

Tamarawa, ser trashumante isleño me ha permitido sentir y saborear islas donde mis raíces han surcado mis arrugas y mi carácter.

Me entero del fallecimiento de una mujer que fue pionera en retos propios, una mujer que recuerdo una tarde de hace años siendo un infante de mano de mi familia.

Pinito de oro, si la pudiera describir usaría la palabra retadora, si, entre trozos de caña de azúcar y chufas en remojo que era las chucherías que nos compraban entrábamos al mundo de la fantasía y los sueños que era el circo.

Mis ojos infantiles se llenaban de colores y sensaciones aquellas tardes maravillosas que me premiaban mis mayores y por qué no decirlo, ellos también lo gozaban.

Después de reír con las payasadas de aquellos caraspintadas y cojer miedos con los reyes leonados de la selva un redoble de tambor anunciaba la entrada de aquella diosa del trapecio que arropabamos con un aplauso donde me dejaba la piel de mis palmas.

Gracil y segura aquella diva del trapecio me enmudecida de asombro y entre nervios me mostraba el más difícil todavía. Pinito fue mucho pinito. Siempre a por el más difícil, siempre sin miedos, siempre sin red.

Desde estás líneas le honro y le doy mil gracias por aquellas tardes inolvidables a aquel niño que firmó el juramento eterno de ser uno de sus fans incondicionales.

A sus familiares mis condolencias y si existe ese cielo pinito de oro estará en lo más alto de ese trapecio como siempre dando todo y más.

De parte de un niño-hombre....gracias Pinito y hasta siempre.

D.E.P.

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